NASHVILLE (BP) — La Asociación Médica Estadounidense ha descrito el suicidio asistido por un médico como un serio riesgo para la sociedad y “fundamentalmente incompatible con el rol de un médico como sanador.” Sin embargo, millones de estadounidenses no están de acuerdo, según un nuevo estudio divulgado el martes (6 de diciembre) por Investigación LifeWay.
Dos tercios dicen que es moralmente aceptable que los pacientes terminalmente enfermos les pidan a los doctores que los ayuden a terminar su vida, de acuerdo a una nueva encuesta de Investigación LifeWay, con sede en Nashville. Un número similar dice que los médicos deberían poder ayudar a los pacientes terminalmente enfermos a morir.
Los estadounidenses quieren decir más cómo quieren morir, señaló Scott McConnell, director ejecutivo de Investigación LifeWay. Eso es especialmente verdad si se enfrenta una enfermedad terminal dolorosa, dijo.
“Muchos creen que pedir ayuda para morir es una opción moral,” dijo. “Ellos no creen que sufrir hasta morir de causas naturales sea la única salida.”
Apoyo ampliamente generalizado
El suicidio asistido por un médico se volvió legal primeramente en EE.UU. en 1997 bajo la ley de Oregon “Muerte con Dignidad”. Desde entonces, 991 pacientes en Oregon han terminado su vida usando bajo la ley medicamentos prescritos por un doctor, de acuerdo a reportes de ese estado.
Hoy en día, seis estados permiten el suicidio asistido por un médico. El último es Colorado, donde los votantes aprobaron, por un margen de dos a uno en noviembre, la Proposición 106, la cual permite a los pacientes terminalmente enfermos requerir una dosis letal de medicamento para dormir. Washington, California, Vermont, y Montana también permiten el suicidio asistido por un médico.
El ayuntamiento del Distrito de Columbia recientemente aprobó una medida que permite la práctica — una decisión que debe ser revisada por el Congreso.
En la encuesta de Investigación LifeWay, 67 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo con la declaración: “Cuando una persona enfrenta una enfermedad terminal dolorosa, es moralmente aceptable pedir la ayuda de un médico para quitarse su propia vida.” Treinta y tres por ciento no están de acuerdo.
Aunque hay diferencias entre los grupos demográficos, la mayoría aún están de acuerdo.
Por ejemplo, los estadounidenses de 18 a 24 años (77 por ciento) y aquellos de 35 a 44 años (63 por ciento) y de 55 a 64 años (64 por ciento) están de acuerdo. Así también los estadounidenses blancos (71 por ciento) y los hispanoamericanos (69 por ciento). Aquellos con cierta educación universitaria (71 por ciento) o con posgrados (73 por ciento) y aquellos con diplomas de educación secundaria o menos (61 por ciento) también están de acuerdo.
Entre los grupos religiosos, más de la mitad de todos los cristianos (59 por ciento), católicos (70 por ciento), protestantes (53 por ciento), nones (84 por ciento) y aquellos de otras religiones (70 por ciento) están de acuerdo. La mayoría de aquellos que asisten a los servicios religiosos menos de una vez al mes (76 por ciento) también están de acuerdo.
Pocos grupos demográficos son escépticos. Menos de la mitad de aquellos con creencias evangélicas (38 por ciento), afroamericanos (47 por ciento) o aquellos que asisten a servicios religiosos por lo menos una vez al mes (49 por ciento) dicen que el suicidio asistido por un médico es moralmente aceptable.
“La enseñanza tradicional cristiana dice que Dios tiene las llaves de la vida y de la muerte,” dijo McConnell. “Aquellos que van a la iglesia o tienen creencias más tradicionales son menos propensos a ver el suicidio asistido como moralmente aceptable. Sin embargo, un número sorprendente sí.”
Pocos quieren restricciones a los doctores
Los investigadores también encontraron amplio apoyo para quitar las restricciones al suicidio asistido por un médico.
Muchos estadounidenses (69 por ciento) dicen que a los médicos se les debe permitir ayudar a los pacientes terminalmente enfermos a terminar su vida. Treinta y uno por ciento no está de acuerdo.
Aquellos en el noreste (73 por ciento), católicos (70 por ciento), blancos estadounidenses (73 por ciento), aquellos con posgrados (77 por ciento), nones (88 por ciento) y aquellos que faltan a los servicios religiosos (78 por ciento) están entre los que tienen más probabilidades de estar de acuerdo.
Más de la mitad de los sureños (64 por ciento), afroamericanos (53 por ciento), protestantes (53 por ciento), aquellos con diploma de educación secundaria o menos (64 por ciento) y aquellos que asisten a los servicios por lo menos una vez al mes (52 por ciento) también están de acuerdo.
De nuevo, aquellos con creencias evangélicas (42 por ciento) no lo están.
Los hallazgos de Investigación LifeWay hacen eco de otros estudios. Una encuesta de 2015 de Gallup encontró que 68 por ciento de los estadounidenses dijeron que el suicidio asistido por un médico debe ser legal, más del 53 por ciento en 2013. Gallup también encontró que el apoyo al suicidio asistido por un médico ha fluctuado durante los pasados 20 años. Este previamente alcanzó el punto más alto en 68 por ciento en 2001 antes de declinar a 53 por ciento.
El debate sobre el suicidio asistido por un médico es improbable que se termine, dijo McConnell, y levanta preguntas problemáticas.
“Tales demandas están pidiéndoles a los doctores que traicionen uno de los más sagrados juramentos — el cual admite: ‘También puede estar dentro de mi poder quitar la vida,’ pero concluye: ‘No debo jugar a Dios,'” dijo McConnell. “Pedirles a los médicos que se aparten de su responsabilidad de sanar no es una decisión que se debe tomar a la ligera.”