“Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.
Y sin parábolas no les hablaba” (Marcos 4:33–34 RVR60).
Desde los primeros años del cristianismo las parábolas de Jesús de Nazaret han sido objeto de estudio e interpretación; son relatos fascinantes. La conjunción de personajes, palabras y acciones, junto con la trama que estos entretejen, producen obras maestras que han tocado el corazón de todo aquel que las escucha, cautivando la imaginación cristiana a través de generaciones. Estas narraciones son sencillas y cautivantes; no hubiesen podido ser creadas por ninguna mente humana; ilustran el reino de Dios como nunca antes se había imaginado. Emplean relatos de la vida cotidiana de la gente y su cultura, y al mismo tiempo explican realidades espirituales muy profundas que nos ayudan a comprender mejor a Dios, su carácter, sus atributos y su reino; las parábolas de Jesús hacen uso de realidades terrenales para comunicar verdades espirituales.
Las parábolas desempeñan un papel crucial en la enseñanza de Jesús, los evangelios sinópticos registran al menos treinta y siete parábolas de Jesús en forma narrativa que él enseñó a lo largo de su ministerio. Esto significa que cerca de una tercera parte de todo lo dicho por Jesús registrado por los evangelistas, tiene la forma de una parábola narrativa. En esta perspectiva, si perdemos el significado de las parábolas de Jesús, perdemos una gran porción del significado de su enseñanza.
En el estudio de las parábolas de Jesús, es importante notar que las enseñanzas de Cristo, incluyendo sus parábolas, contienen la misma relevancia cristológica que tienen las narrativas de sus milagros y señales en los evangelios. Ambos elementos, las enseñanzas de Jesús, en conjunto con sus milagros y señales, proveen el retrato cristológico completo que presentan los evangelistas, y que cumple plenamente las expectativas mesiánicas que se manifiestan en su persona y en su obra.
El trasfondo cultural, histórico, religioso, social y literario nos brinda una visión más adecuada para leer la parábola en el contexto adecuado. Especialmente, es muy útil identificar los elementos contextuales judíos tales como los son las tradiciones y creencias del judaísmo del primer siglo, que eran comúnmente practicadas en Israel cuando Jesús enseñó sus parábolas. Estos elementos proveen una comprensión de la manera en que la audiencia original de Jesús, gente común de Israel del siglo primero, entendieron las parábolas. Por ejemplo, para captar el impacto que la parábola del Buen Samaritano tuvo sobre aquellos primeros oyentes, hay que considerar con atención la relación histórica y religiosa que sostenían judíos y samaritanos.
Las parábolas de Jesús contienen narrativas verdaderamente conmovedoras; no hay historia creada por la mente humana que llegue tan profundamente al corazón como estas. Las parábolas llegan de tocar los sentimientos más sensibles del ser, y de volvernos a Dios, y a la vez nos enseñan los principios esenciales en que el reino de los cielos está establecido. Algunas de ellas muestran marcados contrastes y situaciones inversas; otras simplemente inspiran nuestra imaginación sobre cómo es el reino de Dios, y cómo prepararnos para él. Además, las enseñanzas de las parábolas nos extienden una invitación a reflexionar sobre la trama de cada relato y nos mueven a tomar una acción. Muchas veces al escuchar las parábolas, es inevitable imaginar más allá de los hechos dados en las narrativas, o pensar en las posibles razones de porqué los personajes actuaron de la forma en que lo hicieron en cada una de ellas. Por ejemplo, hay quienes se preguntarán si la mujer de la parábola de la Moneda Perdida vivía sola, o si su alegría de encontrar la moneda perdida venía porque ese sería el sustento para sus hijos de aquel día. De la misma forma podemos preguntarnos si en la parábola del Amigo en la Noche, el hombre no quería abrir la puerta a su amigo para no despertar a sus niños, quienes seguramente dormían en la habitación que daba hacia la puerta de entrada de aquella pequeña casa. Simplemente no conocemos esos detalles, pero es difícil no imaginarlos. Las tradiciones judías, arraigadas en las parábolas y el contexto del primer siglo en Israel son de gran utilidad al interpretarlas e imaginar más allá de las narraciones.
Sin embargo, las parábolas están completas tal como son; como se ha mencionado, la reflexión sobre la parábola es fundamental para el proceso de aprendizaje. En algunos casos, Jesús invitaba a sus oyentes a tomar el lugar de un personaje de la parábola y decidir qué hacer en una situación dada. Este es el propósito de la parábola, crear reflexión y enseñar un principio usando la comparación. Pero no sólo eso, las parábolas llaman a sus oyentes a actuar en base a este principio.
Sobre el libro:
“Las parábolas de Jesús en su contexto” es un libro que se transforma en un compendio de consulta para poder entender el mensaje en su contexto, descubrir la cultura judía en la que vivió como hombre y ese nexo ineludible e inexplicable que cada parábola guarda con el día a día, dos mil años después. La forma clásica de la parábola como una narrativa se encuentra solo en dos conjuntos de escritos: el Nuevo Testamento y la literatura rabínica. Estas dos fuentes de parábolas, las parábolas rabínicas y las parábolas de Jesús, contienen aspectos que ponen en evidencia que la parábola es un género literario único, con características independientes a cualquier otro género literario. Además, esta obra cuenta con una guía de estudio al finalizar cada capítulo que ayudará a afianzar los conocimientos revelados por el autor y así acercarnos a interpretar correcta o completamente los elementos que utilizan lenguaje figurado.
Sobre el autor:
El Dr. Antonio Josué Miranda es pastor, conferencista internacional y maestro en el Seminario Bautista del Sudoeste en el estado de Texas, además de otros seminarios y universidades. Sirve en la Convención Bautista Hispana de Texas. Está casado con Daleth y tienen tres hijas preciosas.