LONGVIEW, Wash. (BP)–Ted Cotten alcanzó un gran logro — testificarles a 10.000 personas — en Nochebuena. Para la segunda semana de enero: 11.000. “Si Dios me deja vivir lo suficiente, mi meta es alcanzar las 50.000,” dijo Cotten, un pastor jubilado de 85 años.
Dondequiera que vaya, Cotten simplemente les pregunta a las personas si están dispuestas a leer una corta oración que él dice que le cambió la vida hace más de 70 años.
La tarjeta de oración dice: “Amado Señor Jesús, sé que he pecado y me he equivocado. Por favor, perdona mi pecado y dame vida eterna. Ahora confío en ti Señor Jesús como mi Salvador. Ayúdame a tener una relación que crezca contigo, y a llegar a ser la persona cristiana que tú quieres que yo sea. En el nombre de Jesús, amén.”
Mantener un registro diario de los contactos ayuda a Cotten a rastrear los números. “Al principio cuando compartía solamente con cinco o diez a la semana, podía recordar cada día con cuántos había compartido,” dijo Cotten. “Pero cuando aumentó, me ponía 15 tarjetas de oración en el bolsillo, luego 30. Ahora, son 40 ó 50 de manera que sé cuántas personas leen la tarjeta cada día.” Él estima que cerca de 6.000 de sus contactos han estado en el pueblo donde él vive: Longview, Washington.
El inusual acercamiento de Cotten apareció en un artículo de Baptist Press del 2007 en el cual él hablaba de su motivación y método de testificar. En la Convención Bautista de Northwest en el 2005 reunida en Spokane, un orador desafió a la audiencia a hacer algo significativo durante el año siguiente. Cotten se comprometió a hablarles a 100 personas sobre Jesús — meta que alcanzó en seis meses. Para abril del 2007, les había testificado a 2.500 personas.
“No hice ningún esfuerzo conciente para diseñar esta oración,” dijo, al explicar que éste fue el último intento que hizo hace algunos años para ganar a un hombre para Cristo cuya amistad él había estado cultivando. “Le pregunté: ‘¿Me permites compartir una oración contigo y ver cómo te suena?'” El hombre estuvo de acuerdo, escuchó la oración y subsecuentemente le dio su corazón a Cristo.
Carmela Mongold es una mujer casada, tiene tres niños, estudia en la universidad y administra un restaurante de comida rápida que Cotten frecuenta casi cada domingo en la noche.
El pasado diciembre, Cotten le preguntó a Mongold si alguna vez le había dado la tarjeta. Él nunca se la había dado, pero ella había recogido 17 copias de diferentes sitios en el pueblo.
“Creo que Dios me ha estado hablando a través de esas tarjetas,” relató ella, “algo así como si me preguntara: ‘¿Dónde estás?'”
Mongold dijo que ella llegó a Cristo cuando era niña pero que había pasado años lejos del Señor y de la iglesia. Pero que estimulada por la tarjeta de Cotten, “Le pedí a Dios que me perdonara y renovara mi vida para Cristo,” dijo.
“Para el señor Cotten esto no es solamente una tarjeta,” añadió Mongold, quien ahora asiste regularmente a la iglesia con su familia. “Esta es su misión — conseguir gente para Jesús.”
Al acercarse a otro empleado, Cotten le preguntó si ya había compartido la tarjeta con él. “No, usted no, pero alguien más sí,” le dijo el joven a Cotten. “Me di cuenta que Dios estaba trabajando en él, también, y él llegó a Cristo ahí mismo.”
Cotten testifica con la tarjeta de oración en restaurantes, tiendas de comestibles, eventos deportivos, bancos, clubes sociales “y en cualquier parte en que encuentre gente,” dijo.
“Fui al supermercado porque necesitábamos algunas cosas. Pero realmente, solamente fui ahí a testificar,” dijo. “Compartí con 43 personas. Tres eran hispanos, entonces usé mis tarjetas de oración en español. Las respuestas de todos en el supermercado fueron tan positivas que casi lloro.
“También fui a una tienda y tenía 50 tarjetas; todas se me acabaron,” dijo. “Fácilmente hubiera podido compartir con 75 personas.”
Cotten inclusive usa la tarjeta en cruceros. En mayo del 2008, Cotten y su esposa Alice volaron a Estambul, Turquía, y allí abordaron una línea oceánica. “Lo vimos como un verdadero campo de misión,” dijo Alice, señalando que los 3.500 pasajeros y la tripulación representaban 65 países.
No tomó mucho tiempo para que los miembros cristianos de la tripulación le preguntaran a Cotten si el dirigiría su tiempo devocional que realizaban fuera de horas de trabajo. Cotten dijo que cerca de 60 de ellos se apiñaron en un pequeño salón para el servicio de las 11:30 p.m.
El capitán aprobó el usó del teatro del barco para la siguiente reunión. Asistieron más de 100. Cotten predicó, leyó la oración y les preguntó cuántos la habían hecho sinceramente. Diez levantaron la mano, dijo.
El capitán, quien dio su testimonio en una reunión, le dijo a Cotten que deseaba que más pastores hicieran lo que él había hecho. “Me invitó a tomar muchos más de sus cruceros y a hacer lo mismo de nuevo,” dijo Cotten. Por lo tanto, Ted y Alice están planeando un crucero para el 2009 con el expreso propósito de testificar a los perdidos.
El método de Cotten ha llamado la atención de numerosos pastores cuando ha visitado más de dos docenas de iglesias, donde hace una presentación de PowerPoint sobre cómo usar la tarjeta de oración. Cotten además ha recibido reportes animadores de pastores de diferentes estados.
Al notar que algunas personas están preocupadas por la efectividad de la tarjeta, Cotten dijo: “No se dan cuenta que mucha gente necesita el testimonio de su vida cambiada y cómo sucedió antes de que puedan procesar una presentación más larga del evangelio.
“Creo que podría guiar a muchos a hacer decisiones por Cristo,” continuó Cotten. “Pero he visto muchas situaciones donde la gente hizo lo que creo fueron decisiones prematuras. Así que, lo que principalmente estamos haciendo es esparciendo la semilla y dándole al Espíritu Santo algo con lo cual trabajar. Si tuviéramos tiempo de lidiar con ellos en detalle, entonces buscaríamos guiarlos al Señor.
“No podemos hacer el trabajo del Espíritu Santo,” dijo. “Nuestro trabajo es compartir nuestro testimonio, de forma concisa o tan largo como se requiera.”
— 30 —
Norm Miller es un escritor independiente de Richmond, Virginia.